Entendiendo la ansiedad
La ansiedad es una respuesta biológica del organismo frente a lo que percibe como una amenaza. Nuestro cuerpo libera hormonas como la adrenalina y el cortisol, preparando al organismo para reaccionar. Esta reacción, conocida como “respuesta de lucha o huida”, es útil en situaciones de peligro real.
Sin embargo, cuando esta respuesta se activa de forma constante, incluso en ausencia de amenazas reales, la ansiedad se convierte en un problema. Puede interferir con la vida social, laboral, académica y personal, generando un desgaste físico y emocional que va acumulándose con el tiempo.
Síntomas frecuentes de la ansiedad
Aunque cada persona lo vive de manera distinta, los síntomas de la ansiedad suelen manifestarse tanto a nivel físico como psicológico:
Síntomas cognitivos: preocupación excesiva, pensamientos repetitivos, sensación de pérdida de control, dificultad para concentrarse, miedo a perder el control o a “volverse loco”.
Síntomas físicos: palpitaciones, sudoración, sensación de falta de aire, mareos, presión en el pecho, temblores, molestias digestivas o tensión muscular.
Síntomas emocionales: irritabilidad, sensación de angustia, nerviosismo constante, inseguridad o miedo anticipatorio.
Síntomas conductuales: evitar situaciones sociales, laborales o personales que generan miedo, aislamiento, procrastinación o incapacidad de tomar decisiones.
Tipos de ansiedad más comunes
Existen diferentes formas en que la ansiedad puede manifestarse:
Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): preocupación constante y excesiva por múltiples aspectos de la vida.
Fobias específicas: miedo intenso frente a objetos, animales o situaciones concretas.
Trastorno de pánico: aparición repentina de ataques de pánico acompañados de síntomas físicos muy intensos.
Ansiedad social: miedo intenso a ser juzgado o evaluado por los demás en situaciones sociales.
Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC): pensamientos intrusivos acompañados de rituales o compulsiones.
Trastorno de estrés postraumático (TEPT): reexperimentación y malestar persistente tras un evento traumático.
Cómo ayuda la terapia psicológica
La terapia para la ansiedad es un proceso personalizado que se adapta a las necesidades y características de cada persona. El objetivo es comprender cómo funciona tu ansiedad, qué la dispara y qué la mantiene en el tiempo.
En consulta trabajamos en varias áreas:
Psicoeducación: comprender qué es la ansiedad y cómo funciona en tu cuerpo y mente, para quitarle el carácter “misterioso” y atemorizante.
Técnicas de regulación emocional: respiración, relajación muscular, mindfulness y estrategias para reducir la intensidad de los síntomas.
Reestructuración cognitiva: identificar y cuestionar pensamientos automáticos negativos que alimentan la ansiedad, sustituyéndolos por perspectivas más realistas.
Exposición gradual: aprender a enfrentarte poco a poco a las situaciones que generan miedo, reduciendo la evitación y aumentando la seguridad en ti mismo.
Hábitos de autocuidado: trabajar sobre rutinas de sueño, alimentación, ejercicio y organización diaria para fortalecer la estabilidad emocional.
Objetivo del tratamiento
El propósito de la terapia no es eliminar por completo la ansiedad (ya que es una emoción natural y necesaria en ciertos contextos), sino aprender a gestionarla para que deje de controlar tu vida.
Con el proceso terapéutico conseguirás:
Reducir la intensidad y frecuencia de los síntomas.
Recuperar el control sobre tu mente y tu cuerpo.
Aprender a vivir el presente sin estar atrapado por la preocupación constante.
Recuperar la capacidad de disfrutar de las relaciones, el trabajo y las actividades cotidianas.
Desarrollar recursos internos que te permitan afrontar futuras situaciones de estrés con mayor resiliencia.

